Más
allá de la búsqueda incesante que algunos críticos de música realizan por
encasillar a determinadas bandas en géneros que resultan de la fusión de
estilos que jamás se hubiese pensado podrían coexistir en el mismo espacio, el
señalamiento con el que suelen referirse al hablar de Mogwai como banda de
post-rock carece de justicia y realmente no logra expresar todo lo que
representa la agrupación de Escocia liderada por Stuart Braithwaite (guitarra
principal y voz), Barry Burns (guitarra, piano, sintetizadores), Dominic
Aitchison (bajo) y Martin Bulloch (percusiones).
Caracterizada
por sus largas ambientaciones, composiciones instrumentales y con una
trayectoria de 20 años en la escena musical, Mogwai aún ofrece una de las
opciones más recomendables en cuanto a música en vivo y en esta ocasión el
Plaza Condesa se erigió como el escenario en el que por casi hora y media los
originarios de Glasgow deleitaron a sus seguidores, principalmente con temas de
su más reciente álbum: Every Country’s Sun.
Son las
18:50, mi Uber se estaciona enfrente de la entrada del Plaza Condesa, recinto
ubicado en el corazón de la Roma Norte y que suele contar con buenos conciertos
en su cartelera a lo largo del año. En esta ocasión Mogwai regresa a nuestro
país casi de manera inmediata (tomando en cuenta que recientemente en noviembre
del año pasado se habían presentado en el Festival Corona Capital), con nuevo
álbum y la frialdad que los caracteriza en sus composiciones. Una fila ansiosa
avanza lentamente y los puestos de mercancía oficial ya lucen vacíos, la
convocatoria ha sido muy buena, es turno de los escoceses y su capacidad para
sorprender en el escenario.
Ya
dentro del recinto y de camino a la ubicación desde la que pueda ver de mejor
forma a la banda esquivando apretones, empujones y uno que otro insulto escucho
varias platicas aleatorias, la mayoría de asistentes comentan con preocupación
el hecho de que Mogwai ya no suele tocar canciones de su apoteósico álbum Mr.
Beast, -“es el creep de esta banda, por eso no les gusta tocarlo”- menciona
con pasión uno de sus seguidores; -amaría poder escuchar en vivo Friend of
the Night- comenta una chica de no más de 19 años, esto último me parece
digno de comentarse tomando en cuenta que el primer álbum de Mogwai salió en
1998.
Con
puntualidad exacta Mogwai salta al escenario a las 19:25, sus integrantes no
lucen sorprendidos ante el lleno total del recinto y como quien se dispone a
comenzar su jornada laboral toman sus instrumentos con seriedad y disciplina.
De pronto, un silencio total invade la atmosfera, las luces se apagan y sólo
uno de los reflectores ilumina la figura encorvada de Braithwaite que comienza
a tocar los primeros acordes de Hunted by a freak, el collage de sonidos
en combinación con las luces ofrece el primer momento memorable de la noche,
Mogwai es real, Mogwai ha iniciado.
Al
finalizar la canción el frontman de la banda se toma unos segundos para beber
un poco de agua, con una señal de su mano las luces cambian nuevamente y el reflector
vuelve a enfocarlo únicamente a él. Agradece la presencia de los asistentes
mezclando algunas palabras en español e inglés.
La
noche continúa con Crossing the Road Material; Party in the Dark y Take Me
Somewhere Nice, las emociones suben y bajan, algunos asistentes aprovechan
el silencio entre canciones para exigir la ejecución de algunos temas, Glasgow
Mega-Snake es uno de los más pedidos. Los integrantes de Mogwai se
mantienen indiferentes a esta clase de peticiones, sólo Aitchison dedica
algunas sonrisas a los fanáticos que tiene justo enfrente de él, e incluso les
lanza algunas de sus plumillas.
Los
momentos previos a I’m Jim Morrison, I’m Dead llenan de emoción a los
asistentes, los guitarristas sostienen un leve diálogo y las luces vuelven a
cambiar, al parecer sólo es una cuestión técnica que ha quedado arreglada
tomando en cuenta el pulgar arriba que el frontman le dedica a su ingeniero de
audio. El crescendo construido entre el piano y la guitarra se extiende más
allá de los dos minutos de la versión de estudio, la ovación es letal, un
aplauso que hace vibrar las paredes del recinto y un grito que todos corean: “oeee
oe oe oe… Mogwai… Mogwai…”.
Al
ejecutar Coolverine; Rano Pano; Killing All the Flies; Don’t Believe the Fife,
los integrantes ya se perciben totalmente cómodos en el escenario, los detalles
en cuanto a la ecualización han sido solucionados completamente y la gente lo
agradece aplaudiendo intensamente cada una de las canciones.
Mogwai
fear Satan cae como un balde de agua fría, algunos de los
asistentes comienzan a comentar con preocupación que Mogwai ha estado cerrando
algunas de sus presentaciones en otras partes del mundo con esta canción, la
ejecución es impecable, la combinación de luces vuelve a sumarse a los sonidos
para regalar otro momento cumbre de la noche. Inmediatamente y sin dar lugar a
que los fans exijan algún tema Mogwai comienza a tocar Old Poisons, el
contraste entre canciones ofrece los minutos de mayor intensidad, incluso los integrantes
de la banda lucen más sueltos, se observan entre ellos, recorren el escenario,
agitan sus guitarras y se entregan en su totalidad a un público que los observa
retirarse al backstage sin si quiera despedirse.
Los
espectadores permanecen inmóviles, todos saben que viene el encore, las teorías
en cuanto a las canciones que podrían tocar no se hacen esperar, nuevamente
algunos títulos del Mr. Beast se mencionan con gran entusiasmo. Desde el
fondo una chica grita: “Mogwai, hazme un hijo”; la mayoría del público
lo toma con humor y esto ayuda a que el regreso de la banda realmente provoque
la sensación de sorpresa.
New Paths to Helicon, Pt. 1 y We’re No Here son los temas elegidos
para cerrar definitivamente su actuación, en especial la última canción suena a
declaración por parte de la banda, sus músicos han crecido, tal vez ya no creen
o piensan en lo que haya provocado la composición de Mr. Beast, pero su
tema de cierre enfrenta de manera contundente las posibles criticas que
pudiesen existir por parte de los asistentes, ha llegado el momento de no ser
más amigos de la noche, ha llegado el momento de ser algo más.
OE | Camus
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